Yo trabajaba en mi casa desde pequeña. Cosí desde los 15 años. Me gustó hacer vestidos y después bordé unas blusas de monitos muy divertidos que le hice a una señora de Tepatitlán, una gran cantidad le bordé. Ella me mandaba con los choferes piezas de tela para hacerles las blusas y me ganaba muchos centavitos. Tenía una que cosía las blusas, yo las bordaba y otra las planchaba y les ponía las hombreras. A las 5 pm terminábamos de coser y nos íbamos a la escuela. Rica era la directora y Cuca su auxiliar en la escuela de gobierno. Cuca tenía párvulo, primero y segundo. Rica tenía tercero y cuarto de primaria que sólo hasta ahí llegaba.
Nos salíamos al campo a caminar y después Cuca se compró una bicicleta que ahí rentaban a 50 centavos toda la tarde. Había veces que nos encontraban señores con carretas “ya se les va a hacer noche, no quieren subir sus bicicletas para que regresen a su casa temprano” y nos dejaban en nuestra casa. Éramos estimadas.
San Ignacio estaba amurallado, los de adentro eran los hacendados y afuera habían chozas hechas de zacate. En la salida del puntito había una puerta que cerraban a las 8 de la noche y quedaban los hacendados bien guardados, que eran los del templo, los de la farmacia, los de la tienda. Mi mamá alcanzó a ser de las de adentro y mi tía Lola era de las de afuera, por eso mi mamá tenía fama de rica. Su abuelo era el administrador de la “Hacienda de la Trasquila”. Ganaba 7 pesos al mes y una medida de maíz y de frijol de 5 litros.
Vivimos un tiempo en Atotonilco con dos cotorritas llamadas Cuca. Cucas las dos, Cuca mi mamá y Cuca mi hermana, eran cuatro Cucas. Ellas se mantenían de planchar camisas del hotel de la marina. El viejito del hotel me echaba los perros, un día me llevó gallo cantándome: “las tres son de la mañana”. Otro día venía de misa y me agarró un aguacero, me quise bajar de la banqueta para sacarle la vuelta y al querer volverme a subir me resbalé y yo muy digna me levanté con mi paraguas roto.
Ya en San Ignacio, el mesón de mi casa era cine y ahí conocí al 7 leguas que me pretendía. El era chofer del camión del cine. Además de cine, en el mesón también llegó a haber peleas de gallos y corridas de toros en el corral, le pusieron gradería de madera y toda la cosa. Una vez se salió un toro y se pasó a la casa, fue un desastre, dejaron zapatos tirados por todos lados.
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