Llegaste a mi vida pero no de repente. Te estuvimos esperando por 9 meses y uno creería que es tiempo suficiente para preparar todo, sin embargo llegas y cambias por completo mi vida, me haces cuestionar hasta de lo que estaba segura. Has llegado a ocupar mi vida, mi espacio, mis pensamientos que me llenan de cansancios pero a la vez de una satisfacción difícil de explicar.
Cuando te vi por primera vez no tenía ni idea de cómo sería. Todo pasó como en un sueño y hasta la fecha me cuesta trabajo creer que entre dos personas creamos a un ser tan frágil que necesita de papá y mamá. Me impresiona lo perfecta que es la creación de la naturaleza y Dios que nos ha regalado la capacidad de cuidar y amar tanto a una personita que se creó de la nada.
Todo el miedo que sentí antes de conocerte sigue dentro de mí con matices de confusión. Eres un pequeño al que amo tanto, pero eres tan frágil y dependes cien por ciento de mí que me asusta un poco. Te has ido adaptando a mí y a papá que vamos aprendiendo desde cargarte, cambiarte, bañarte y juntos hemos formado una hermosa familia en la que desde el día en que naciste ya no somos dos sino tres.
Te veo y no me canso de hacerlo. Tan tranquilo durmiendo, abres tus ojos y sé que me ves, sé que me reconoces y sabes que soy esa persona que te tuvo dentro por meses y que te ama desde antes de conocerte. Lo sé porque tus ojos reflejan amor, ternura y ese ángel que tienes.
Me has enseñado a ser mamá, a soportar los desvelos, a detenerme en mi vida y contemplar la paz que me inspiras, a verte por horas y no cansarme, a tocar tus manitas y piesitos y sorprenderme lo perfecto que eres. Cada día descubro algo nuevo, cada día reafirmo que desde tu llegada estoy en un mundo muy diferente al que estaba acostumbrada a vivir.
Tal vez mis ojeras han crecido desde tu llegada, pero ese cansancio y ese cambio en mi vida tan drástico ha valido la pena, lo he disfrutado con todo mi ser porque sé que sólo son instantes, momentos muy cortos que nunca más regresarán, que el tiempo sigue caminando y que ese bebé tan pequeño que eres pronto será un hombre que ya no necesitará más de mí.
Sólo puedo decir Gracias. Gracias a la vida por darme una gran oportunidad de saborearla, gracias por tener al mejor compañero de vida que va conmigo en esta aventura y que desde que nos casamos me ha enseñado a crecer y gracias a Dios por permitirme vivir todo esto.
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