Ella se llama como quieras que se llame, vive donde quieras que viva, ponle lugar, ponle nombre. Solo sé que se mueve al compás del ritmo de la vida. Avanza y se mueve como si ésta no se detuviera, y la verdad es que no lo hace.
Siempre hacia delante, avanza a veces con paso firme, y otras veces flaqueante, pero siempre para delante, nunca hacia atrás.
Ríe, llora, grita y sonrie. También se enoja y pelea pues no es una santa y no pretende serlo, sabe que perfecta no es aunque a veces se exija como si lo fuera. Piensa y reflexiona, también actúa, pero se toma su tiempo, se detiene y alcanza un respiro, solo un momento para cabilar qué es lo que está haciendo aquí y hacia a dónde va, para después retomar su paso y seguir en su caminar.
Las respuestas no las tiene a todas las preguntas, sin embargo lucha por quedarse con la versión que la deje más satisfecha con sí misma y con los demás. Cree y no, sabe y no, a veces necesita más que un simple sí o no.
Avanza si le convence, se detiene y piensa si no lo entiende. No descarta por nomás, después de ver diferentes opciones, toma con fuerza la que más la convence, y una vez tomada se aferra a ella con todas sus fuerzas, lucha por ella y no deja que nada ni nadie la toque para hacerle daño.
A veces se lanza al vacío, pero es de hunanos errar. Se dice a ella misma que todo tiene solución menos la muerte y se levanta muy segura, para seguir en su caminar, a veces pausado y sereno, y aveces agitado e intranquilo. Tranquila, agitada, feliz o triste, sabe que de eso se trata la vida, y no espera a que pase la tormenta, pues ella a sabido bailar también bajo la lluvia, simplemente por saber vivir.
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