Monstruos, disfraces, actuaciones. Todo es ficticio, todo es pantomima. Premio al mejor actor, no hay cómo echarse para atrás, el show debe continuar. Salir al ruedo y mostrar la mejor sonrisa, ése es nuestro trabajo. Emociones, tristezas, enojos, frustraciones... Esas, se quedan en casa, donde no deben salir nunca. Somos lanzados como dados a la mesa, así nomás, sin preguntarnos, sin reproches. "es nuestro deber", eso dicen. Mientras los cubos ruedan, revolotean, muestran su cara y cambian de manera abrupta, así sin avisar. Sólo así, son tirados a la suerte, empujados al destino, y "que Dios se apiade de ellos".
-¿yo?, ¡yo no tengo tiempo!, ¡suficiente tengo con mis problemas!... Yo estoy formado para ver el show!, tengo que cuidar mi lugar, no vaya a ser que algún vivo gane mi lugar en la fila.
¡Pero nadie sabe a dónde lleva la fila, bonita cosa! Mientras los actores se despojan de sus trajes de preocupación y desesperanza, ensayan sus líneas, ponen sus mejores caras, se maquillan de colores y alegrías, preparándose para la gran función que está por comenzar,
Todo está listo, la tercera llamada es aclamada y los actores enjugan sus últimas lágrimas y encima de ellas colocan sus antifaces. Total, nadie lo nota, esa es su misión, su razón de ser.
Sonrisas y brincos, alegrías y cánticos; eso muestran al público que se entretiene al ver la magnitud del espectáculo. Todo sea con tal de entretener, alimentan la gran farsa. Caras bonitas, rostros maquillados, pero almas vacías.
-¡qué alegría!, qué emoción es la que demuestran, Nadie se entera del monstruo que los espera dormido en casa, que a su llegada se levanta.
-¿yo?, ¡yo no tengo tiempo!, ¡suficiente tengo con mis problemas!... Yo estoy formado para ver el show!, tengo que cuidar mi lugar, no vaya a ser que algún vivo gane mi lugar en la fila.
¡Pero nadie sabe a dónde lleva la fila, bonita cosa! Mientras los actores se despojan de sus trajes de preocupación y desesperanza, ensayan sus líneas, ponen sus mejores caras, se maquillan de colores y alegrías, preparándose para la gran función que está por comenzar,
Todo está listo, la tercera llamada es aclamada y los actores enjugan sus últimas lágrimas y encima de ellas colocan sus antifaces. Total, nadie lo nota, esa es su misión, su razón de ser.
Sonrisas y brincos, alegrías y cánticos; eso muestran al público que se entretiene al ver la magnitud del espectáculo. Todo sea con tal de entretener, alimentan la gran farsa. Caras bonitas, rostros maquillados, pero almas vacías.
-¡qué alegría!, qué emoción es la que demuestran, Nadie se entera del monstruo que los espera dormido en casa, que a su llegada se levanta.
-- Grr...