jueves, 15 de julio de 2010

INSATISFACCION ETERNA

El consumismo ha sido un factor detonante en la segmentación de la sociedad moderna que vivimos, donde se pretende tener cada vez más poder. Lo anterior conlleva a un estrés comunal por la posesión de bienes materiales, todo por aparentar ser superiores a los demás. La búsqueda desmesurada por conseguir más, hace olvidarnos de los otros, si se busca un cambio social, es necesario empezar por uno mismo, como dice una frase muy cierta de Gandhi:

“El verdadero progreso social no consiste en aumentar las necesidades, sino en reducirlas voluntariamente; pero para eso hace falta ser humildes”.


La sociedad actual se encuentra inmersa en un mar de estrés. La pregunta es: ¿Por qué?, se vive corriendo de un lado a otro, con el peso de ejercer diversas tareas al mismo tiempo y se dejan a un lado los momentos disfrutables y apacibles, todo para tener cada vez más dinero y por lo tanto poder. Ésas son cosas que otorgan “el pase” a una clase socialmente aceptable. Por consiguiente si no se tiene el dinero suficiente para posicionarse en ella, se busca a toda costa pretender tenerlo o demostrar que se tiene, aunque tarde o temprano se pagan las consecuencias. Eso no importa por ahora, lo que interesa es manifestar a todos el derroche de dinero, ya luego se averiguará cómo pagar las múltiples deudas que esto conlleva.

Las personas de una determinada clase social buscan la manera de mejorar su estilo de vida, aunque se dan cuenta que mientras mayor sea “el nivel” que deseen alcanzar, mayor será el gasto económico y por lo tanto la preocupación por conseguir más dinero incrementa a medida que crece el estatus. Es por eso que se desea tener algún producto que la mayoría, en un estatus elevado, posee. ¿Cómo se logra llegar a conseguir ése producto?: tarjetas de crédito, meses sin intereses, abonos; deudas que si no se tiene cuidado crecen de una manera impresionante que después será más difícil de pagarlas. No importa si en el momento no se tiene el dinero, lo que se pretende es el fingir que se tiene, demostrarlo es lo principal.

Lo que deviene a lo anterior es la segmentación más marcada de la sociedad. Se busca pertenecer a una clase social alta, pero esto quiere decir que en las clases sociales inferiores no se desea pertenecer, por lo tanto se niega, es decir se rechaza. Si cada persona pretende estar en una clase social más aceptable, quiere decir que existen clases inaceptables, cosa que provoca recelo y discriminación por parte de “las superiores”, por ello se etiquetan grupos de personas, para dejar claro que no pertenecen al mismo grupo, muchas veces se denigra para lograr sobresalir de otros a los que anteriormente se marginó y hasta pisoteó.

Lo anterior nos lleva a un individualismo, es decir: “lo que le suceda al otro y no me perjudique no me interesa”. Como lo que se busca es resaltar en la sociedad a toda costa, la gente por la que se tenga que pasar no importa. Nos encontramos en una competencia constante, si el otro se cae me aprovecho de eso para yo salir adelante y sobresalir ante él, para yo tener más aceptación y así tener más poder, por lo tanto más dinero para comprarme más cosas.

Yo, es la figura que mayor importancia tiene, los demás no es de nuestra incumbencia, mientras yo me encuentre bien, que otros se preocupen por ellos, si algo malo les sucedió es porque no estaban atentos, a lo mejor hasta se merecen que les hayan ocurrido esas desgracias; son pensamientos que destacan la sociedad actual, el egoísmo por yo sentirme bien sin importarme a quién perjudique para lograrlo, es alarmante. Lo que se busca son satisfacciones, el presente. Los demás qué importancia tienen, como bien menciona Consuelo Sánchez en su texto: “Se tiene una actitud “afín al consumismo”, el presente es vivido como un eterno presente, lo que quiere decir que el futuro ya no importa. Lo que realmente interesa es el placer inmediato, lo lúdico y principalmente la apariencia” (Sánchez, 2006).

Las satisfacciones inmediatas nos llevan a un grado muy elevado de consumismo. Se desea mayor placer, lo más fácil. Pero para lograr ésas complacencias, se requiere de algo muy importante: dinero. En la televisión se muestran a los famosos, que viven supuestamente “la vida perfecta”, con lujos extremos, pues se idealizan sus vidas, se les ve como un ejemplo a seguir: el camino al éxito. Sin embargo no se toma en cuenta la otra cara de la moneda, es decir la insatisfacción infinita que tienen muchos famosos por valerse de la opinión que tienen los demás acerca de ellos mismos, por lo tanto tratan de llenar ese vacío con más lujos y cuando esto no es suficiente, recurren a los excesos, terminando con una vida miserable e indeseable, y se olvidan de disfrutar los detalles diarios que nos regala el día a día. No todos terminan en la perdición, pero en el mundo del poder, es muy difícil encontrar también un lugar para la felicidad, sea por la razón que sea.

Los lujos que significan el pertenecer a una clase social elevada, son gastos que muchas veces no se pueden sostener, y la mayoría de las veces son consumos que pueden ser suprimidos sin que afecte la forma de vida. Pero como ya se está acostumbrado a tal forma de vida, es muy difícil acostumbrarse o querer regresar a una manera de vivir la vida más sencilla y sin tantos gastos innecesarios, gastos que sólo dejan claro a los demás en qué clase social nos encontramos, todo por apariencia, todo por resaltar, por ser mejor que el otro.

Para finalizar, es importante resaltar que acallar la insatisfacción interna con opiniones externas es una forma de llenar un vacío que más temprano que tarde necesitará alimentarse de más y nunca será saciado. Es por eso que primero debemos alimentar nuestro interior y estar seguros y conformes con lo que somos y lo que tenemos, para poder querer a los demás. La humanidad presente grita por personas menos individualistas y más humanistas, más despreocupadas por sí mismas e interesadas de verdad en las problemáticas actuales. Creo que si se pensara más en equipo, y se dejara de tomar ventaja pisoteando a los demás, y se dejara de pensar sólo en adquirir más bienes materiales, nuestra sociedad sería distinta y todos tendríamos un lugar mejor para vivir.

2 comentarios:

  1. El problema no es el comsumismo, sino el egoismo y la envidia. O queremos ser mejores que el vecino, o nos molesta que el vecino sea mejor que nosotros.

    Abrazos

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  2. Así es... creo que el verdadero problema está en la actitud que se toma frente a la adquisición de bienes. Cuando dañamos al otro con tal de tener más, es cuando nos estamos equivocando. Pero tener porque de verdad lo mereces o porque lo deseas de todo corazón, pienso que no está mal. También es bueno cumplirse los gustos.

    Gracias por tu comentario!

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