lunes, 4 de mayo de 2020

Pérdida en contingencia

"Qué momentos tan difíciles", "hay que mantener actitud positiva", "todos estamos pasando por la misma situación"...todo esto es verdad, todos estamos pasando por un tipo de duelo. El duelo de la pérdida de nuestra rutina de la noche a la mañana, si esto en sí es un duelo ahora el perder a un familiar en estos momentos creo que es aún más complicado.

Yo, en lo personal el haber perdido a mi abuelo lo viví y no lo viví. Fui a despedirme de su cuerpo y no me arrepiento de haberlo hecho, pues por lo menos mi conciencia descansa al saber que pude verlo por última vez, aunque él ya no estaba ahí. Sé que no tengo que recordar sus últimos momentos difíciles y recordar en perspectiva lo que compartimos a lo largo de mi vida: sus cariños algo fríos, su voz peculiar cuando comíamos los domingos en su casa, las idas a dormir todos los viernes a su casa, su planchado perfecto de pantalones y camisas, su Lolita Ayala imperdonable después de comer, sus historias repetitivas de cuando era chofer de camiones de la Pepsi, de cuando formó parte del Sindicato de Trabajadores...todo eso y más formó parte de su vida que me compartió con la mía, no solamente los últimos meses y días en los que casi no lo vi.

Un funeral es el reconocimiento público de nuestra pérdida y estamos tan acostumbrados a que cuando alguien fallece hacerle uno. Eso nos proporciona un espacio seguro para vivir la tristeza y un tiempo en familia para el apoyo y consuelo. Además considero que este proceso nos ayuda a asumir la pérdida.

En estos momentos de confinamiento es imposible tener este ritual social de despedida. Es imposible reunirte en familia donde todos viven la misma pérdida. Pero creo necesario el poder "sacarlo" de alguna manera, expresar los sentimientos que la pérdida conlleva.

Me bloqueé. Las personas que me daban el pésame yo les respondía con: "la vida sigue", "ya era justo y necesario para él"... ¿En serio?, ¡Era mi abuelo! Claro que compartimos muchos momentos, claro que aún me acuerdo y si cierro los ojos puedo escuchar su voz y oler su esencia. Como por qué me trabé, no es sano. Creo que ese ritual está en pausa, tiene que haber un cierre de todo esto, un acompañamiento familiar en donde nos despidamos simbólicamente del abuelo. No nos podemos quedar así.

El sábado lloré como bebé. Se me venían muchos pensamientos a la cabeza, eso quiere decir que ahí hay algo atorado que quiere salir. Eso quiere decir que tengo trabajo que quiero hacer para mí y mi salud mental.Tengo una familia aquí en casa, mis hijos me necesitan y todo el día se están moviendo, pero también ellos me reconfortan. También mi esposo me escucha, me intenta comprender y me comparte sus pensamientos, sentimientos y experiencias y eso me da paz. La verdad sé que soy afortunada por tener una red familiar muy cercana y personas a las que sé que les importo y eso me ayuda a ver las cosas más claras y positivas.

Esto es extraordinario, esto se va a terminar, y todo regresara a la normalidad. Todo pasará y esto también. 

lunes, 13 de abril de 2020

Contingencia


Estamos viviendo situaciones extraordinarias. Pueden sacar lo peor o lo mejor de nosotros, pero al final es una oportunidad de autoconocimiento, de poner a prueba nuestra paciencia, de ver y reconocer nuestras habilidades y errores.

No digo que pasar este tiempo en soltería sea más fácil, cada quién tiene sus vivencias, problemas e inquietudes. Yo, en estos momentos me tocó vivir este encierro desde mi situación de mamá, responsable de dos chiquitos, donde mi paciencia se pone a prueba a cada momento, a veces salgo triunfante y otras veces, muchas de repente, la pierdo y descargo con los míos.

Estamos viviendo momentos diferentes, difíciles tal vez, pero que en algún momento pasarán y no regresarán. Muchas pueden ser las opiniones para sobrellevar este tiempo: “disfrútalo“, “aprovéchalo”, “aprende”, pero a veces la realidad es otra, a veces al primer berrinche, a la primer pelea de hermanos, a la primer contestación y actitud retadora todos esos “consejos” se derrumban y sale la fiera que llevo dentro que no me gusta sacar. Siendo que empecé mi día con un: “
es un nuevo día”, “es una nueva oportunidad”, “hoy no me voy a dejar quitar mi paz”, “hoy voy a ser más paciente”. No, todo eso se desploma y me hace sentir la peor madre, la más gruñona de todas.

Tal vez lo único que necesito escuchar es un: “Mis hijos también están así “, “yo también pierdo la paciencia así de rápido “, “hacemos lo que podemos con lo que tenemos”. Sé que muchas mamás están pasando por lo mismo o no. Muchas mamás como yo, no tenemos ayuda extra, vivimos en una casa pequeña y tenemos más de un hijo. Estamos juntas en esto, pero a la distancia y cada una en su encierro.
Esto también pasará y regresaremos a la normalidad.

Supongo que el primer paso es aceptar mi actual realidad y darme cuenta. Qué siento, qué quiero, qué soy. También yo soy importante. Hoy es un nuevo día, así que hay nuevas oportunidades de cuidarme y de cuidar a los míos. Quiero ser mejor.